19 agosto 2008

Corrupción pública, notoria y comunicacional/ Rafael Marrón González

El enriquecimiento ilícito tiene una desventaja, que no se puede ocultar. Los corruptos -que los son porque son ignorantes aunque sean bi borlados universitarios- poseen una disposición incontrolable por exhibir el producto de sus tropelías.
Rómulo Betancourt solía decir que el dinero era como la tos, no se podía ocultar. Así que la ostentación grosera es la marca de reconocimiento de esto nueva estirpe de funcionarios públicos nepóticos y sinvergüenzas. Hasta las camisas rojas que usan los privilegiados del régimen emiten el destello soez del alto precio frente a las franelitas raídas del pueblo chavista, que a fuerza de solidaridad aspira ganarse el favor del poderoso líder populista que le exige cada día mayores sacrificio desde su avión saudita de millones de dólares que ha surcado los cielos de 227 países con un costo insensato de cincuenta y pico millones de dólares, entre gastos y viáticos suyos -hoteles full estrellas y satisfacción de gustos sibaritas-, de la nutrida comitiva y del aparato de seguridad que lo protege del pueblo.

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